Fue uno de los norcoreanos tan falto de ética, conocimientos y talento como sobrado de desparpajo, malicia y mala educación quien dijo que la presidenta. No le voy a llevar la contraria, y menos en su día. El de ella.
Es tan modesta que pudiendo pasar por entre las multitudes y ser aclamada, ha preferido hacerlo por la cochera, en plan anónimo.
Lo propio, habida cuenta de las apetencias dictatoriales de su media naranja, es que la comparecencia hubiera sido ayer, 18 de julio, fecha mágica de ese personaje histórico que él insiste en traer al primer plano de la actualidad. Se conoce que el juez, buen juez, no cayó en la cuenta.
A su marido se le conoce por muchos nombres: el Felón, el Guaperas, el Embustero, el Doctor, Falconetti, Fraudez, Kim Jong-Un, Ceaucescu, Pedro de la Preveyéndola, El Hombre que Ríe, el Enamorado, Pedrito de la Calzada, el Bulócrata, el Sueltadelincuentes, el Narcisista, el Macho Alfa, el Spammer (porque manda cartas no deseadas)… Aún hay más, pero es difícil recordarlos todos. Pero ahora quiere que se le añada otro: el Regenerador. Dice que quiere regenerar la democracia. No caerá esa breva. Si de verdad quisiera hacer eso se iría a casa, cosa que todo el mundo sabe que no está en su ánimo.
Pero no hay que perder la esperanza. Sobre todo porque por ahí anda Begoña, en quien tiene puestas las esperanzas gran parte de la población. Ella es la que nos puede librar del Maligno (otro nombre), pero no como Dalila, que le cortó el pelo a Sansón mientras dormía, sino de un modo más sutil y doloroso: contestando ante el juez Peinado, sin mentir y sin usar evasivas, todas y cada una de las preguntas que se le hagan, con lo cual podría conseguir ya el sueño de irse a vivir a Santo Domingo, y digo este sitio por citar uno paradisíaco.
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