En las elecciones europeas se ha visto que el personal está harto de la inmigración incontrolada. Los resultados electorales de Vox van empeorando paulatinamente y sus dirigentes piensan que usar este asunto, como hacen otros partidos de países europeos, puede servirles en las próximas elecciones generales.
Al PP le convienen ambas cosas, que Vox consiga más votos y que con la ruptura de los pactos lo deje en el centro, en disposición incluso de ser votado por socialistas desengañados.
Que mejoren ambos partidos sus resultados electorales no significa que necesariamente tengan que pactar luego, porque pueden ocurrir cosas todavía no vistas en España.
Es muy posible, y eso habrá entrado en los cálculos de Vox, que haya un adelanto electoral y que se tenga que votar este otoño.
Los problemas del PSOE se acumulan. El caso Begoña, el caso David, el caso Puigdemont, el caso Illa… El tablero sobre el que se mueve este partido es muy inestable, como lo demuestra la salvaje presión que se está haciendo sobre los jueces, y también sobre otras figuras como Nacho Cano y Ayuso, a éstas con el fin de desviar la atención.
Es posible, y cabría decir que probable si los jueces españoles pudieran trabajar con la misma libertad que la de otros países, que el gobierno no pueda seguir y tenga que adelantar elecciones.
En este caso tampoco hay que descartar la posibilidad de que el PSOE consiga desembarazarse de Sánchez, con el cual tendría la derrota asegurada, y presente otro candidato, con lo cual el abanico de posibles pactos poselectorales se amplía, porque sin Sánchez el pacto PP/PSOE, ansiado por muchos socialistas y bastantes populares, es posible. Lo cual tampoco significa que fuera a darse necesariamente, pero sería una de las posibilidades a tener en cuenta.
Si se diera ese pacto, tras un tiempo prudencial, en el que podrían examinar los puntos en común y profundizar en ellos, se podrían abordar asuntos de más calado que necesitan del concurso de ambos partidos.
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