Un tipo cuyo nombre no diré, pero ni falta que hace que lo haga, porque su narcisismo y su irresponsabilidad lo delatan enseguida, ha dicho que España tiene la suerte de tener un partido como el PSOE.
No hay nadie que no cometa errores, por tanto una persona responsable siempre tiene propósito de enmienda y afán por descubrir los propios fallos y subsanarlos. Es cierto que debido al infantilismo social predominante esto no se hace hoy en día, sino que se utilizan fórmulas de mercadotecnia. Pero el caso del PSOE es sangrante, porque mientras no reconozca su parte de culpa en la guerra civil no se podrán cerrar las heridas. Y se da el caso de que el citado sujeto ensalza la figura de Largo Caballero, para muchos el verdadero culpable de que hubiera guerra. De modo que no le interesa la concordia, sino azuzar los rencores para beneficiarse personalmente de ello.
Por otro lado, el PSOE es un partido que jamás ha querido la separación de poderes, sino que siempre ha intentado disfrazar, con éxito ante la mayoría, sus ansias totalitarias y su tendencia al juego sucio y marrullero. Este partido es pura propaganda, y mientras intenta hacer creer a los incautos esto, aquello o lo otro, va ocupando las instituciones, estableciendo marcos mentales, haciendo lavados de cerebro a las multitudes de forma sutil. Aunque esto último era antes, actualmente toda sutileza se ha acabado y todo se hace a la trágala.
Es tan poderoso el aparato propagandístico de este partido que atrocidades como la que le hicieron al juez Marino Barbero pasaron desapercibidas, e incluso la fundación del GAL, mediante la que se ponía a los ciudadanos al mismo nivel que a los terroristas, se vieron como normales. Mientras tanto, cualquier minucia de alguien de derechas -minucia comparada con lo dicho- es motivo de escándalo y griterío por parte de los forofos de la izquierda.
Hay dos PSOE, el que debería ser y el que realmente es.
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