No importa que pongan dibujos animados en la televisión, o un documental sobre un señor al que no se puede nombrar, pero cuyos huesos han sido cambiados de sitio, o hablen de la hecatombe de 2008 echando la culpa a quien no la tiene, hoy todo el mundo está pendiente de quien nos puede librar del mayor castigo que ha caído sobre España.
Cada cual tiene su destino, y el suyo, aunque entre por el garaje o lo haga por la chimenea, puede ser el de hacer caer a quien dice que está profundamente enamorado de ella.
Hago un inciso para recordar un tuit del 2 de mayo de 2020, cuyo autor es Philmore A. Mellows, que dice así: Es bastante fácil adivinar cuando Pedro Sánchez miente, haciendo una lectura de su lenguaje corporal. Cuando baja el tono de voz y susurra es que está mintiendo. Y cuando no, también.
Bien, esto es lo que piensa la gente, cuyo sentir ha resumido en tan pocas palabras, este tuitero.
Volvamos a la estrella del día en cuyas virtudes y capacidades tantas esperanzas tiene puestas la ciudadanía, la misma a la que Pedro le escribe unas cartas que son una vergüenza y que nadie le ha pedido, por lo que pueden considerarse como spam. La ciudadanía, es decir, la parte de la ciudadanía que sabe que viene la ruina, en todos los sentidos, y está preocupada por ello, porque hay otra parte que también lo sabe, pero le da igual, tiene grandes esperanzas en que gracias a la estrella del día, La Que Entra Por El Garaje, Pedro Sánchez, el profundamente enamorado (de sí mismo), caiga.
Pero no que se caiga y se rompa la crisma, no. Simplemente, que desaparezca del gobierno, que no haga más daño. Que luego vaya a la cárcel o no ya dependerá de otros factores, que hoy por hoy, son menos apremiantes.
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