La
experiencia demuestra que el truco del almendruco del gobierno de
Rajoy consiste en dar facilidades a los grandes para que devoren a
los pequeños. Así es como van desapareciendo muchos pequeños
comercios, incluso algunos de chinos o de paquistaníes, que a pesar
de abrir todos los días del año no logran resistir la presión de
los grandes.
Parece
ser que a Rajoy le va bien así. Botín y otros similares dicen que
el dinero fluye hacia España. A los pobres, en cambio, les aterra la
llegada del frío y la subida de la luz. En parecida coyuntura a la
de los pobres, se encuentra la editorial Araña. El mercado lo
dominan los grandes, que imponen su ley y, sin darse cuenta o
percatándose, tratan de acapararlo todo.
Una
editorial pequeña, en los tiempos que corren, se las ve y se las
desea para sobrevivir en la jungla en que se ha convertido el mundo
de los negocios literarios. Da pena que un país como España, antaño
cortés, haya olvidado esta condición para fomentar la
competitividad más despiadada.
A
Araña Editorial no le falta creatividad. Su director, Enrique De la
Rúa, suele diseñar casi todas las portadas de sus libros. Es fértil
en este aspecto. Julia De la Rúa, que puede considerarse como un
regalo de Salamanca a Valencia, pinta, escribe poemas, y también
libros en prosa con un peculiar lenguaje poético. Pero una editorial
pequeña incluso para cobrar lo que le deben tiene dificultades. Un
editorial grande tiene recursos para obligar a sus deudores a que
paguen.
Una
editorial pequeña debería encontrar el apoyo y la comprensión de,
al menos, las autoridades locales, y también de todos aquellos que
tienen que ver con la cultura. Y la realidad demuestra que las cosas
no son así. Incluso en este campo imperan el salvajismo y la
competitividad, que, a menudo, se lleva a cabo en términos no
deportivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario