miércoles, 11 de diciembre de 2013

La editorial Araña resiste

La experiencia demuestra que el truco del almendruco del gobierno de Rajoy consiste en dar facilidades a los grandes para que devoren a los pequeños. Así es como van desapareciendo muchos pequeños comercios, incluso algunos de chinos o de paquistaníes, que a pesar de abrir todos los días del año no logran resistir la presión de los grandes.
Parece ser que a Rajoy le va bien así. Botín y otros similares dicen que el dinero fluye hacia España. A los pobres, en cambio, les aterra la llegada del frío y la subida de la luz. En parecida coyuntura a la de los pobres, se encuentra la editorial Araña. El mercado lo dominan los grandes, que imponen su ley y, sin darse cuenta o percatándose, tratan de acapararlo todo.
Una editorial pequeña, en los tiempos que corren, se las ve y se las desea para sobrevivir en la jungla en que se ha convertido el mundo de los negocios literarios. Da pena que un país como España, antaño cortés, haya olvidado esta condición para fomentar la competitividad más despiadada.
A Araña Editorial no le falta creatividad. Su director, Enrique De la Rúa, suele diseñar casi todas las portadas de sus libros. Es fértil en este aspecto. Julia De la Rúa, que puede considerarse como un regalo de Salamanca a Valencia, pinta, escribe poemas, y también libros en prosa con un peculiar lenguaje poético. Pero una editorial pequeña incluso para cobrar lo que le deben tiene dificultades. Un editorial grande tiene recursos para obligar a sus deudores a que paguen.
Una editorial pequeña debería encontrar el apoyo y la comprensión de, al menos, las autoridades locales, y también de todos aquellos que tienen que ver con la cultura. Y la realidad demuestra que las cosas no son así. Incluso en este campo imperan el salvajismo y la competitividad, que, a menudo, se lleva a cabo en términos no deportivos.

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