Se
sorprenden en la CEOE de la actitud de Juan Rosell ante los catalanes
que ignoran las leyes deben respetarse. Esas personas que ignoran
esas cosas que parecen tan elementales y que indudablemente son
muchas tienen una clase dirigente que no es que sea mala, es que es
peor.
Juan
Rosell fue elegido presidente de la patronal en virtud de sus
'cualidades', y escribo cualidades entre comillas porque cada cual
tiene las suyas. Las de Rosell son las que son, de modo que estos
tipos de la patronal, que disponen de tantos medios para evaluar a
las personas podrían haber previsto perfectamente esta actitud de su
actual presidente. No hay más cera que la que arde, y conviene
recordar que tampoco previeron la crisis.
Quienes
le critican deberían ponerse en su lugar y a lo mejor se darían
cuenta de que tampoco hubieran sido capaces de adoptar una actitud
heroica.
En
Cataluña, en tiempos de Franco era complicado ser antifranquista. No
hay más que ver las sucesivas portadas de La Vanguardia de la época
para comprenderlo. En los tiempos de Mas, Arturet le llaman, sucesor
de Pujol, el de la Banca Catalana, no se puede ser no nacionalista.
Estos tipos presumen de nacionalistas y a todo el que se mueve que no
esté de acuerdo con ellos lo etiquetan de nacionalista español.
Según ciertos pájaros de cuenta, el nacionalismo es bueno si es
catalán y es malo si español. Los columnistas que abrevan en los
bebederos de la Generalidad hablan del rancio nacionalismo español.
El suyo no es rancio. No.
En
este ambiente, los empresarios catalanes no pueden arriesgarse a
perder clientela. La consigna es que hay que odiar al resto de
españoles, pero como el odio no es muy presentable, conviene
disfrazarlo de otras formas. De modo que estos 'ejemplares' políticos
catalanes incitan al odio y a la hipocresía. Y con eso viven bien.
No les falta de nada.
Rosell
no puede hacer otra cosa. Creo que en su historial no debe de haber
un comportamiento diferente a este.
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