Hoy, hace un año, el guaperas

Tal día como hoy, hace un año, Pedro Sánchez creía al alcance de la mano su objetivo de «echar a Rajoy», que en realidad no era ese, sino ponerse él. Es un tipo con una demostrada ambición sin límites y una carencia también demostrada de escrúpulos de cualquier tipo.

El día anterior se había producido el intento de golpe de Estado de los secesionistas que Rajoy, que éste, con tan solo 136 diputados, no pudo o no supo impedir. El entonces presidente del gobierno estaba solo y acorralado en su defensa de la legalidad y Sánchez quiso aprovechar la circunstancia para lanzársele a la yugular. Las consecuencias de su actitud no le importaban. La jugada le salió mal, por fortuna para los españoles, porque al día siguiente el Rey hizo un discurso impecable que le obligó a ir por la senda constitucional y a abandonar el compadreo con los separatistas. A partir de ese momento, estuvo un tiempo callado, o en segundo plano, pero ya se vio luego que estaba esperando la ocasión para intentar de nuevo, en plan aprovechategui, ocupar el sillón presidencial. Lo consiguió apoyado por «le mejor de cada casa». Con todo el desparpajo del que es capaz habla de regeneración.

Ahora ya saben todos los que lo quieren saber que su gobierno es corrupto en origen y que él mismo es el presidente más indecente de la democracia española. La cuestión ya no es cuanto tiempo tardará en caer, porque este gobierno no puede durar mucho y menos con él al frente, sino cuanto tiempo más van a soportar los españoles un gobierno tan nauseabundo y putrefacto. Con quienes se entiende bien este Sánchez es con el demente Torra, con el listillo Iglesias, un gran orador parlamentario según Anson, o con el etarra Otegui. Y cuando habla de regenerar hay quien le cree.

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