martes, 16 de octubre de 2018

La fidelidad a su idea de Pablo Iglesias

En su día, Felipe González estuvo en contra de la entrada de España en la OTAN y gastó mucho dinero haciendo campaña sobre el particular. Cuando llegó a la presidencia se dio cuenta de no convenía abandonarla y no cumplió su promesa electoral.
Debería haber tomado la decisión por su cuenta, explicando los motivos, pero decidió gastar otro dineral en un referéndum, con la consiguiente campaña previa.
Una de las deducciones que se puede hacer de este comportamiento es que el mal que hizo lo hizo por error, pero que al final prefirió no perjudicar a los españoles. Seguramente, siempre fue así. Hizo mucho mal, pero si fuera capaz de darse cuenta le dolería. Si tuviera la lucidez suficiente, el PSOE no habría acabado convirtiéndose en el esperpento que es ahora.
La cuestión es que hace unos pocos años, Pablo Iglesias y los suyos decían que la deuda no había que pagarla. Muchos de sus seguidores defendían, furiosos, esta idea en la redes. La he llamado idea porque hay que ponerle nombre. Hubo quien al llegar a su alcaldía recién conquistada afirmó que solo pagaría la deuda que le pareciera justa. No han pasado tantos años para que se haya olvidado el asunto y sin embargo ya no se habla de eso, como si no hubiera sido nunca un asunto de actualidad.
Alguna explicación debería dar Pablo Iglesias, y también los que con tanto denuedo defendían esta forma de hundir en la miseria a la nación. El coletas está ahora en el gobierno y aunque no forme parte él influye más en sus decisiones que el astronauta, por citar a un ministro. O que Borrell, que no es astronauta, pero es bluf.
Lo que ocurre es que la idea, o intención, de Pablo Iglesias es la de llevar a la cantidad posible de españoles a la pobreza. Y eso está en vías de conseguirlo al forzar a Sánchez a hacer unos presupuestos disparatados. 

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