En realidad, lo recuerdo continuamente, pero este párrafo que he leído en un artículo de Andreu Jaume, me lo ha traído al primer plano: «Una conclusión perturbadora para mi sensibilidad es que el nivel cultural de una sociedad no es un indicador fiable de su respeto por la vida humana. La cultura no es capaz de compensar las tendencias de la gente ni de modificar su manera de pensar. El deseo de destruir a los que no pertenecen al grupo propio puede ser una respuesta innata y, por lo tanto, puede suscitarse en cualquier grupo que tenga cierta cohesión».
Al leerlo, he recordado que escribí esto, que alguna relación guarda:
https://vientosdelasdosorillas.blogspot.com/2016/07/racionalidad-y-erudicion.html,
Racional era Sócrates, y hay muchos que se dicen admiradores de Sócrates, que lo explican en sus clases de filosofía, pero que con su actitud y proceder están muy lejos del sabio ateniense, puesto que mientras que este seguía los dictados de la razón, ellos procuran su bienestar personal. Podría decir nombres de profesores de filosofía, quizá filósofos, como a muchos de ellos les gusta llamarse, pero no es necesario ni conveniente. Quien tenga interés en saberlo, los descubrirá enseguida, y quien ponga su interés en el morbo se queda con las ganas.
Hay señores y señoras que son del gremio, y quizá el autor del artículo, Andreu Jaume, los conozca a todos o casi todos, que lo primero que hacen es cobijarse en una tribu, es decir, en un grupo de amigos que sin formar asociación es muy compacto. Todos sus componentes se guardan fidelidad entre ellos y no suelen criticar las metidas de pata que pueda cometer alguno de ellos. Crean sus personajes, representan su papel ante el mundo, protegen sus reputaciones y no suelen atender a nadie de fuera de las fronteras del grupo. Tienen diversas coartadas para actuar así.
La grandilocuencia tampoco es garantía de nada.
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