La deriva autoritaria del PSOE, patente desde el inicio de la democracia, aunque no afectara a todos sus integrantes, sino fundamentalmente a sus cabecillas -empleo esta palabra a propósito- ha quedado al descubierto a causa de la necesidad de Sánchez, que sin el cargo no es nadie.
Para el PSOE, los «jueces prevaricadores» son los que no obedecen a Sánchez. Así de infantiles son sus dirigentes actuales, lo cual es un peligro: esos niñatos manejan el dinero de los impuestos y tienen poder para cometer muchas travesuras, por utilizar un lenguaje adecuado para ellos.
El PSOE siempre ha querido tener dominados a los jueces, y, el PP nunca ha terminado de darse cuenta de lo peligroso que es eso, y quizá todavía no lo haya hecho.
El PSOE, desde siempre, lo basa todo en la propaganda, lo que ocurre es que con Sánchez, cuyos gobiernos son de una incompetencia contrastada, se nota más que nunca. La propaganda dice que es el gobierno de los pobres, de los desvalidos, pero quien mejor puede defender a los vulnerables es un juez que pueda aplicar la ley sin impedimentos. El poder siempre tiende a excederse y abusar, como se está comprobando con Sánchez.
Afortunadamente, los jueces españoles también lo son de la UE y su pericia les va a permitir encarcelar a Puigdemont y posiblemente no solo a él.
De este dato, del que, por fuerza, ha de ser consciente Pumpido, se puede deducir que el juego que se está llevando a cabo entre personas sin principios, dignidad, ni tampoco miramientos con los ciudadanos, es muy sucio y está lleno de trampas.
El PSOE de otra época, mediante la fundación del GAL, puso a los ciudadanos al nivel de los terroristas, y ahora, de nuevo, está emponzoñando la convivencia y humillando a las gentes de bien, al quererlas sacrificar para contentar a los delincuentes.
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