El
hecho de que Bárcenas se sienta querido y admirado por los presos
puede venirle bien al PP. Quizá se conforme con la cárcel, en la
que se procurará que esté lo más cómodo que sea posible y no tire
de la manta, cosa que tampoco llegaría a ninguna parte.
Los
españolitos saben que aquí las cosas se arreglan sustituyendo a
unos oligarcas por otros.
El
PSOE, representando su papel, se ha tirado al degüello, como si
fuera una virgen pura y casta.
Yo
no sé si para ser político se exige el certificado de antecedentes
penales, cosa que me parecería impropia, pero sí que me parece
necesario que se impida que los psicópatas accedan a la política.
No señalo a nadie en particular, pero creo que el estado de las
cosas indica que deben de haber varios en las cúpulas de los
partidos.
Los
presos comunes sin manchas de sangre pueden ser personas que no han
tenido suerte en la vida. Faltos de orientación y referentes válidos
han ido a despeñarse por el abismo de la mala vida. Hay personas que
en las mismas circunstancias han sabido salir a flote, pero una
mirada más atenta revela que esas personas suelen salirse de lo
normal. Dentro del campo de lo normal hay personas que el mal lo
hacen bien y el bien lo hacen mal, pero nunca irán a la cárcel,
porque siempre juegan con cartas marcadas y el viento a favor. El
hecho de que unos vayan a la cárcel y otros no depende mucho de las
circunstancias de cada uno. Hay personas en la cárcel que serían
recuperables, pero costaría mucho dinero hacerlo, y personas
irrecuperables, como los etarras y similares, que son los que mejor
viven en ella.
La
costumbre de tener personajes a lo que intentar emular se ha perdido.
Hoy en día, cada uno se cree un personaje, hablando en términos
generales. Son quienes han perdido pie los que más notan esa falta
de referentes. Los presos han elegido a Bárcenas, pero tengo la
impresión de que hay muchos fuera de la cárcel que lo admiran.
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