En
esta vida cada cual da la importancia que quiere a las cosas. Lo que
para unos puede ser irrelevante, para otros puede ser cuestión de
vida o muerte.
Un
contribuyente español, abrumado por el hecho de que todo el tiempo
le están diciendo que ha vivido por encima de sus posibilidades, se
asombra de que la campaña electoral del PP costará mucho más que
un Potosí.
O
sea, que quienes pretendían arreglar los males que el inconsciente y
derrochador gobierno de Zapatero habían producido no tenían reparo
en gastarse una millonada para ganar las elecciones. Y todo eso
mientras miles de contribuyentes que “habían vivido por encima de
sus posibilidades” se arruinaban, se iban al paro o perdían sus
viviendas.
Lo
importante para Rajoy era ganar las elecciones. Para quienes no
pueden comprar el medicamento que necesitan, porque el ministro lo ha
suprimido de las prestaciones de la Seguridad Social, “porque no es
necesario”, lo importante es el medicamento, porque sin él no
pueden pasar. El dilema es el siguiente: ¿comprar medicamentos o
comida?
Hay
que confiar en el gobierno para poder salir del atolladero en que
estamos. El problema viene cuando el presidente del gobierno reconoce
que unas cosas son más importantes que otras y entonces el pobre
comprende que no es nadie. ¿Y cómo se puede confiar en alguien que
no le da importancia a uno?
Si
el PP hubiera dado importancia a quienes se veían atenazados por la
angustia no se hubiera gastado esa gran cantidad de dinero en la
campaña electoral.
Tampoco
hubiera consentido el derroche en las Comunidades Autónomas en las
que gobernaba. Y en la tesitura actual se ve claramente que tienen
más interés en ganar las próximas elecciones que en solucionar los
problemas de quienes ingenuamente les han votado.
Hay
ilusión en España y esa es la base para superar problemas. Lo que
ocurre es que toda esa ilusión la administra La Casta.
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