La
caja que él presidía se ha ido al garete. El gobierno ha empleado
muchos millones de los impuestos de los españoles para “solucionar”
la papeleta, y he puesto el verbo solucionar entre comillas porque no
estoy seguro de que haya solucionado algo.
A
Narcís Serra nada de eso le preocupa, ni tampoco se considera el
causante del desplome de su caja. Sin embargo, para estar de florero
no era el más indicado. ¿A quién se le ocurriría poner como
adorno a alguien como él?
La
culpa es del Sistema, ha dicho. Y a continuación ha instado al
Parlamento catalán a pensar políticas que eviten que suceda de
nuevo.
Sin
embargo, se puede aducir que no es el Sistema lo que ha fallado, sino
que el error cabe imputárselo a las personas que se habían
encaramado, y que en buena medida todavía siguen ahí, a los puestos
de mando del sistema. Muy posiblemente, quizá probablemente, la
solución consista en evitar que los psicópatas puedan acceder a los
lugares desde los que se controla el Sistema.
Narcís
Serra, como presidente de la caja, no podía evitar ni la crisis
mundial, en la que estamos envueltos, ni la crisis española, que se
debe al estallido de la burbuja inmobiliaria. Pero sí que pudo haber
conducido a la Entidad que presidía por senderos más alejados del
ladrillo, con lo cual hubiera evitado contribuir al hinchado de la
burbuja inmobiliaria española. Ah, pero eso no lo quiere ver.
Prefiere mantener su estatus de hombre importante a reconocer un
error. Bastante grave, por cierto.
Narcís
Serra ha ocupado altísimos cargos en el gobierno de la nación
española. Y se supone que esos cargos los han de ocupar personas con
gran sentido de la responsabilidad. Por suponer que no quede. Lo que
sí que le queda bien a Narcís Serra es la barbita que se deja. Si
hubiera cuidado del mismo modo la Caja...
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