miércoles, 17 de julio de 2013

Sin pelotas, ¿qué sería de los oligarcas?

Lo explicó un conocido intelectual cuando se le preguntó sobre la cuestión: es un chaquetero y a mucha honra, porque esa es su estrategia para sobrevivir en un mundo hostil.
Si se dice que lo del intelectual es guasa, es poco. Llamarle caradura sería más ajustado, pero quizá no merezca la pena molestarse por tan poco. Cuando se hace la pelota para sobrevivir el resultado se llama Síndrome de Estocolmo. Y si se hace para obtener ventajas sobre los competidores, porque son más competentes y sólo se les puede ganar así, hablar de honra es inapropiado. Un pelota no tiene honra.
Explicó Victor Hugo que las mujeres suelen hacer por sus amantes cosas que no harían por sus maridos. Les protegen, guardan secretos, les evitan gastos si no los ven desahogados en el plano económico, etc.
Del mismo modo que las mujeres protegen a sus amantes, los oligarcas protegen y cuidan a los pelotas. Los necesitan más allá de toda duda. Sin los pelotas, los oligarcas no tendrían tanto poder. Son los pelotas los que les aplauden los caprichos y las injusticias que cometen.
Un tipo con cara de pánfilo, que sabe hacer la pelota y demostrar a sus superiores su “disponibilidad”, acabó por convertirse, de rebote y por mor de las circunstancias, en oligarca político. Y una vez en esta situación y puesto ante el trance, se dispone a defender , contra viento y marea, y todo lo que haga falta, al pelota más pelota de todos sus pelotas. A su número dos, que para eso sirve hacer la pelota, para llegar al número más alto que se pueda aunque no se sepa hacer nada a derechas.
Este pelota que ha llegado a número dos, antes le hizo la pelota a otro; y antes a otro; y antes a otro; y antes a otro. A nadie le debe extrañar que sepa hacer tan bien la pelota y que le saque tanto rendimiento.
Y los que no saben hacer la pelota, ¿qué? Esos, a trabajar.
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'El olvido de sí'
'Todo es posible'
'Bélgica'
'Mala farma'
'Ascuas de luna'
'El secreto de Bretón'
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