Cuando
Esteban González Pons fue enviado a Madrid un veterano y muy famoso
columnista escribió de él que tenía “demasiadas luces”. Esto
me reafirmó en las dudas que yo tenía sobre las “luces” del
veterano y muy famoso columnista.
González
Pons fue a Madrid porque el equilibrio de fuerzas dentro del PP había
cambiado y Francisco Camps, que por aquellas fechas aspiraba a todo,
había aumentado su peso específico en el partido.
No
se sabe qué es lo que pretendía Camps al mandar a González Pons a
Madrid, quizá quitárselo de encima, porque a éste le gusta
acaparar protagonismo. Con este fin dijo que iba a hacer un urbanismo
sandía, verde por fuera y rojo por dentro. Todo su pensamiento está
enfocado a buscar titulares. Puede que sea inteligente, pero actúa
como “listo”.
Desde
la chorrada esa del urbanismo sandía no sé cuántas más habrá
dicho, porque resulta muy cansado seguir sus pasos y yo he omitido
ese trámite.
Hay
más políticos con la misma manía que él, ya se sabe que las
necedades triunfan con mucha facilidad, más difícil es que triunfe
algo sensato. Y si no que se lo pregunten a Tierno Galván, que trató
de impedir que a las calles de sólo andar se las llamase peatonales.
En tiempos de incuria y atrevimiento, decía.
La
cuestión es que González Pons ha ido adquiriendo soltura, por lo
que se ve, y acaba de lanzar una gran frase: “El PP no es Bárcenas,
es Miguel Ángel Blanco”. ¡Ah!, ¿y Esteban González Pons no? Ha
sido atacado y escarnecido, lógicamente, por decir eso. Pero el buen
hombre da a entender que en el PP no hay ningún vivo, y digo lo de
vivo sin segunda intención, que pueda representar al partido. ¿A
quién podría haber citado? ¿A Camps? ¿A Zaplana? ¿A Gallardón?
¿A Botella? ¿A Mato? ¿A Aznar?
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