Hay
que tener en cuenta la realidad: todas las víctimas del terrorismo
han sufrido el ataque de esos tipos que están en el lugar más bajo
de la escala humana y, por tanto, merecen, y se les debe, el
reconocimiento y la solidaridad del Estado.
Las
víctimas del terrorismo tienen los mismos derechos que los demás
ciudadanos, de modo que el hecho de que tengan unas opiniones
políticas u otras no significa que dejen de ser acreedoras a la
solidaridad del Estado.
Sin
embargo, estas nociones que parecen tan sencillas no son entendidas
por todos, quizá por la avidez con que se mueven los políticos de
hoy. Recuerdo que el asesino de Ramón Baglietto, haciendo honor a su
naturaleza, instaló una cristalería en los bajos de la casa en la
que vive la viuda de su víctima, Pilar Elías. Un banco prestó
dinero al asesino, y al presidente de ese banco no le cae la cara de
vergüenza. El caso es que el asesino pudo decir que en el pueblo lo
quieren más a él que a Pilar Elías. Y me imagino la vida de esta
mujer y lo bien que le debe venir cualquier tipo de apoyo dado el
estercolero humano en el que le toca vivir. Y que tema que el PP le
retire el apoyo si se pone de parte de Consuelo Ordóñez, que es la
que tiene razón, dicho sea de paso (si no la tuviera, el PP no
jugaría sucio con ella).
Marimar
Blanco se merece todo el apoyo del mundo, como también se lo merecen
Eduardo Madina, Maite Pagazaurtundua, Pilar Manjón o Consuelo
Ordóñez, por citar sólo a unos pocos. Pero hay que apartar la
política de la lucha contra el terrorismo, que no es una cosa de
partidos, sino de todos. No es un gobierno el que lucha contra el
terrorismo, sino el Estado. Y debe hacerlo de una manera limpia y
legal. El único modo de vencer al terrorismo pasa por respetar a las
víctimas. Cuando se compadrea con los asesinos ocurre lo que estamos
viendo. En definitiva, hay que hacer lo contrario de lo que dicen
Uriarte y uno que escribe en El País y, por el contrario, colaborar
con Covite.
'El amor no es un verso libre'
'Figuraciones mías'
'Fuga y contrapunto'
'Pasos de baile y otros relatos'
'El crimen de la calle El Salvador'
'Creciendo juntos'
'Iluminados y perversos'
'Cien palabras'
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