Como
consecuencia de la degradación del PP y del PSOE, partidos que ya
han perdido todo su espíritu y han pasado a ser simplemente
estructuras piramidales de poder, van surgiendo otros que, tras haber
recogido las esencias abandonadas por aquéllos, aspiran a
sustituirles.
Es
una apuesta legítima, perfectamente democrática, y lógica si se
tiene en cuenta la deriva de la política española.
Ciudadanos
y UPyD defienden unos valores abandonados por el PSOE. Ciudadanos en
Cataluña y UPyD en el resto de España. Basta comparar los discursos
de Rivera con los de Navarro, Chacón o Montilla para comprender
esto. En el caso de UPyD, es evidente que Rosa Díez no puede estar
en el mismo partido que Eguiguren o Patxi López. Rosa Díez está a
favor de las víctimas del terrorismo. Ni se le ocurriría
utilizarlas.
Vox
se presenta como alternativa al PP. Creo que algunos de los puntos
del manifiesto fundacional de Vox podrían se asumidos por Ciudadanos
o por UPyD, pero otros serían inadmisibles para ellos. Por tanto,
dado que los fundadores de este partido no se sienten cómodos en el
PP y no caben en ningún otro partido es lógico que hayan dado este
paso.
José
Antonio Ortega Lara es uno de los fundadores. Es curioso que haya
gente que venere hasta extremos ridículos a gente que tiene gracia
pegándole patadas a un balón, o que sepa cantar. Y no sólo cuando
corren detrás del balón o cuando cantan, sino también cuando
hablan, y en esto último a lo mejor no son tan duchos. La proeza de
Ortega Lara, en cambio, ha pasado desapercibida. No debe de haber
mucha gente capaz de soportar lo que él y salir tan bien parado del
asunto. Hubo alegría generalizada cuando fue liberado y para de
contar. Su capacidad para sobrevivir en las condiciones en que
estuvo, sin perder la integridad moral y la salud mental merecen un
aplauso muy prolongado. Y la admiración de las gentes. No
necesariamente hay que estar de acuerdo con todo lo que diga o haga,
pero sí observarlo con curiosidad y respeto.
Yo
no me lo imagino haciendo las cosas que hacen otros políticos. Él
no sucumbió al terror. Abundan los políticos que sí sucumben ante
otras tentaciones.
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