Y
en cierta medida el PP también. Todo ello es consecuencia de este
sistema político que permite que los partidos se hayan convertido en
estructuras piramidales de poder cerradas. Es poco el aire fresco que
circula en su interior.
Y
puesto que la función primera de los partidos en estas
circunstancias es conseguir todo el poder que puedan y conservarlo,
han perdido de vista sus respectivos idearios. Se basan en las
numerosas encuestas que encargan y en los estudios sociológicos
consiguientes para conocer los gustos de sus potenciales electores y
saber qué es lo que esperan de ellos, para luego tratar de adaptarse
a esos criterios.
Habida
cuenta de que en este particular estado de cosas, que en apariencia
es democrático, pero que en realidad permite imponer, mandar y
funcionar a base de eslóganes e ideas simplonas, los nacionalismos
encuentran su caldo de cultivo ideal, se entiende que gran parte del
personal esté confundido y defienda cosas que en modo alguno le
benefician.
Al
perder su ideario, el PSOE está en trance de desaparición. El PP
también está muerto. Digamos que a estos dos partidos los mantiene
en pie la inercia.
En
su afán por parecerse a Podemos, incluso antes de que este partido
existiera, el PSOE se ha ido degradando. UPyD sí que mantiene el
ideario, pero ya se va viendo que sería necesario que hubiera una
mayor calidad democrática en España para que pudiera recoger el
testigo del PSOE, del que surgió.
Podemos
es un partido que, como los nacionalistas, se sirve de las
debilidades del sistema para medrar. No le hace ascos, ni mucho
menos, a la demagogia, a la tergiversación o al coqueteo con quien
sea con tal de pasar a formar parte de la casta y si puede ser
desalojar a todos los que ahora la componen para usufructuarla por
completo.
La
única posibilidad para el PSOE consiste en volver a sus principios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario