No
sé si una cosa tendrá que ver con la otra, pero puede ocurrir que
el final de la aventura de Arturo Mas, con el estrepitoso fracaso de
éste, que quizá no sea más que una pieza de ajedrez, coincida con
el triunfo de Isidro Fainé, cuyo banco quizá pase a ser el primero
de España.
La
Caixa está ahora enfrascada en la compra de Cataluña Caixa, pero
hablar de compra en este caso quizá sea excesivo. No hay más que
recordar cómo consiguió Fainé el Banco de Valencia para intuir que
ésta también será una 'compra' ventajosa. De momento, se ha ido un
chorro de dinero de los contribuyentes por los desagües de Cataluña
Caixa. De los desagües de La Caixa, en el caso de que los tenga, no
se sabe nada.
Y
mientras se llevan a cabo estas operaciones, Juan María Nin ha
dejado el banco. Quizá para que lo deje le han tenido que dar una
cantidad que está más cerca de lo que sueñan quienes juegan a la
lotería que de lo que percibe cualquier empleado de ese mismo banco.
Los bancos son así. Les pagan cantidades astronómicas a unos pocos
con la excusa de que si no les pagan eso se van. Y luego les pagan
cantidades más astronómicas aún para que se vayan. Todo lo que
hacen los poderosos está bien hecho, porque a ver quién es el guapo
que se atreve a decirles lo contrario.
Entre
los poderosos españoles se lleva mucho la fidelidad, pero no a unos
ideales o principios, sino fundamentalmente a la cadena de mando. El
que está por debajo ha de ser fiel, contra viento y marea, al que
está arriba, si no encuentra nada mejor, cosa que a veces ocurre.
Uno que era fiel a Nin después ya no lo era. El que está arriba no
necesita ser fiel a nadie. Ha de ser fiel al poder.
Al
terminar de escribir esto me doy cuenta de que no he aclarado nada
sobre el caso Nin, simplemente he dado unos datos generales. Pero es
que tampoco creo que nadie sepa, a ciencia cierta, nada.
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