Esperanza
Aguirre no me cae bien por muchas razones, pero sobre todo por una:
destituyó a mi amiga María Jesús Díaz Pérez de forma injusta
cuando le correspondía ser alcaldesa de Boadilla del Monte. María Jesús Díaz
Pérez no está en el Sumario del Gürtel, ni aparece en las
escuchas, ni tiene nada que ver con el caso. Era la primera teniente
de alcalde cuando dimitió el alcalde.
Aclarado
lo anterior, he decir que su reacción ante la querella que dicen que
le van a poner me parece la más adecuada. Si no recuerdo mal, ha
manifestado que si el querellante se limita a pagar el acto de
conciliación y da el resto de lo recaudado a las víctimas del
terrorismo acudirá para retractarse de lo dicho anteriormente y que
motiva la querella, puesto que el querellante habrá demostrado que
no está con los terroristas, sino con las víctimas.
Algunas
de las reacciones que ha suscitado esta respuesta no tienen nada de
racionales. En ellas prima el odio contra Esperanza y una cosa es que
no se esté de acuerdo con ella y otra que se la odie.
Todos
aquellos que desean que las víctimas del terrorismo sean preteridas
y olvidadas, los que tratan de desautorizarlas y deslegitimarlas
(como si fuera posible eso, como si se pudieran deshacer los efectos
de una bomba lapa), enseguida hablan de los crímenes del franquismo
que, según ellos, el PP no quiere condenar. ¿Por qué no hablan de
los crímenes a secas? Todo crimen es execrable. Toda injusticia es
condenable. ¿Son justos los que pretenden pasar por encima de las
víctimas del terrorismo? ¿Son justos los que pretenden olvidar que
hay cientos de crímenes de ETA por resolver? ¿Son justos los que
olvidan que la Ley de Amnistía fue una reivindicación de la
izquierda y Marcelino Camacho su mejor defensor? ¿Son justos los que
olvidan que gracias a esa Ley de Amnistía salieron muchos etarras a
la calle y volvieron a matar?
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