Es
un tipo que tiene un cargo oficial merced a que la Constitución
española lo permite. Es decir, tiene un cargo conseguido legalmente,
no por las armas o cualquier otro método no democrático. Hay que
recalcar esto, porque es lo permite esperar que su comportamiento sea
digno.
Y,
sin embargo, urge al gobierno a acordar la política penitenciaria
para avanzar en el fin de ETA, lo que traducido al lenguaje académico
significa que urge al gobierno a que se rinda ante ETA.
Este
tipo tan simpático, que se llama Urcullu, podría urgir a ETA para
que ordene a los culpables de los atentados sin resolver que se
entreguen a la Guardia Civil.
Todo
el mundo sabe que sin los nacionalismos vasco y catalán no hubieran
podido surgir los grupos terroristas ETA y Terra Lliure. Esos
delirios nacionalistas, esas reivindicaciones quiméricas, esas
falsificaciones históricas, esas tergiversaciones, esas mentiras,
constituyen el caldo de cultivo idóneo en el que nacen, crecen y
traman sus atrocidades los infames terroristas.
Cuando
las personas de bien se dan cuenta de que sus ideas son utilizadas
por otros para justificar sus fechorías, abandonan esas ideas, o no
les dan publicidad. Y eso en el supuesto de que esas ideas estén
basadas en hechos ciertos.
Los
hechos ciertos son los que ponen sobre la mesa Covite
y su presidenta Consuelo Ordóñez. Todo el terror que ha sembrado
ETA no debería quedar impune. No se debe consentir jamás que una
banda terrorista logre ningún tipo de éxito, ni pequeño ni grande,
frente a un gobierno legítimamente constituido. La dignidad de los
ciudadanos está en juego. Algunos pueden sufrir la tentación de
creer que Covite defiende los intereses de las víctimas del
terrorismo del País Vasco y nada más. Pues no, porque al defender
los intereses de las víctimas, exigiendo el cumplimiento de las
leyes, defienden la dignidad de todos.
Lo
del lendakari daría risa si no fuera tan grave.
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