domingo, 20 de julio de 2014

Mi escepticismo con Pedro Sánchez

 
A todos nos interesa que los dos partidos que han venido rigiendo España desde la Transición resuelvan satisfactoriamente sus problemas internos y erradiquen, en la medida de lo posible, la corrupción.
Las cosas, sin embargo, parece que van por otro camino. Mariano Rajoy da muestras de estar más empeñado en mantener el cargo, y para ello procura no dar ningún paso en falso, como sería el de dar un puñetazo sobre la mesa, que en responder a los muchos desafíos que tiene ante sí. Lo que ocurrió en el PSOE fue que Rubalcaba se tuvo que ir, las cosas no sucedieron a continuación como estaban previstas, Susana Díaz, ante la tesitura, tampoco quiso arriesgar, y finalmente ha salido ganador Pedro Sánchez.
El único que me hubiera podido ilusionar del elenco socialista es José Borrell. Pero cualquiera se da cuenta de que no hubiera tenido nada que hacer si hubiera estado en la salida junto con los demás candidatos. Eso da idea de la situación en que se encuentra el PSOE.
Algunos, como Pedro J., dicen tener puestas algunas esperanzas en el citado Pedro Sánchez. Ignoro si es cierto o que se lo quiere llevar al huerto.
Yo tengo poca confianza en él. Su primera medida consistió en incumplir un compromiso previo de su partido. Algunos de los socialistas que tuvieron que obedecerle a la hora de votar hablaron luego de la incomodidad que sintieron y a Pedro Sánchez no se le ocurrió más que desafiarlos a debatir frente a las bases del partido. No le concierne la palabra dada, por lo que se ve.
Marco Atilio Régulo pasó a la historia precisamente por cumplir su palabra. Todo el mundo hubiera entendido que no la cumpliera, pero es seguro que su decisión contribuyó al engrandecimiento de Roma. Cuando estas cosas dejaron de ser valoradas se produjo la decadencia. Victor Hugo, con su poema Sur une barricade, también levantó un monumento a la palabra dada.
 
 
 
 

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