No puede ser de otro modo. Estas gentes
no tienen remedio. Bueno, algunas sí. Forcadell ya va meditando y
tal vez en el futuro aún medite más, pero es porque tiene motivos
particulares para hacerlo.
Al grueso de los locatis no le importa la
realidad de las cosas, con la fugas de los cobardes, las fugas de las
empresas, el miedo al corralito que se evidenció en un momento dado,
la evidencia de los graves delitos cometidos, nada. A los locatis
sólo les importa su enfermizo modo de interpretar el pasado, el
presente y el futuro. Un pasado, un presente y un futuro repletos
repletos de fantasía ilógica, de esperanzas pueriles y, sobre todo,
de odio. Los locatis son personas transidas por el odio, el
sentimiento más nocivo de todos, que lleva irremediablemente a la
autodestrucción.
La parte no enloquecida de Cataluña, en
el intento de salvar lo que se pueda de esa pulsión autodestructiva,
se ha enrocado en Tabarnia, esa idea que no tiene más remedio que
convertirse en realidad. Algunos descerebrados dicen que Tabarnia es
una tomadura de coleta pelo, y es lógico que lo
digan dada su condición citada. Aparte de que les gusta más la
guillotina. Los rufianes
tampoco están muy contentos con el surgimiento de Tabarnia, puesto
que lo que les gusta es vivir sin trabajar, no dar golpe, no
presentar propuestas que beneficien a los ciudadanos.
Unos
y otros, los descerebrados y los rufianes, dicen que defienden a los
trabajadores, pero a la vista de los resultados que obtienen mejor
sería que no hicieran nada, sino
que directamente trabajaran, para que supieran lo que supone ser un
trabajador. Pero seguramente eso les da pánico y se lo montan para
no necesitar hacerlo.
Lo
de los locatis es peor. Muchos de ellos, que no tienen más remedio
que trabajar, arriesgan sus puestos de trabajo y los de otros con su
actitud. De hecho, bastantes los han perdido ya.
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