La última de ellos es que se ha
descubierto que intentaron quemar la alerta de EE.UU. sobre el
atentado de las Ramblas, ese que luego los impresentables
catalanistas y otros emboscados quisieron cargar al Estado, cuando
obviamente la culpa fue de los mozos y de Colau.
No cabe ninguna duda a estas alturas de
que a la clase política se le fue la mano en el asunto de las
Autonomías. Una cosa es que se acuerde la descentralización, para
acercar la administración al ciudadano y otra muy distinta servirse
de ella de modo artero y nocivo, además, para los bolsillos de los
contribuyentes. Los sucesivos gobiernos de España han dado carta
blanca a las Autonomías y como consecuencia de ello ha surgido un
monstruo administrativo, lleno de artefactos llenos de funcionarios
muy bien pagados cuya característica fundamental es la inutilidad.
¿Para qué querían las Autonomías que
se les cediera la Educación? Se ha demostrado que para nada bueno.
El Estado jamás debió abandonar a los niños dejándolos en manos
de unos impresentables.
¿Para qué la Sanidad? Pues para
enchufar a los suyos y enredar con los dialectos. Un médico que
hable español no interesa en según qué sitios.
¿Para qué la policía? Si el Estado no
hubiera cedido las competencias policiales las bandas terroristas que
han surgido en España al calor de los nacionalismos no habrían
podido cometer tantos atentados. La lucha contra el terrorismo se
habría desarrollado con más posibilidades de éxito. Con respecto a
los mozos de escuadra ya se ve el papelón que van haciendo día tras
día. Urge su disolución.
Pero, sobre todo, si el Estado no hubiera
cedido tantas competencias a las despilfarradoras Autonomías sería
mucho más fuerte y, por tanto, habría podido resistir mejor los
chantajes, desafíos y bravatas de ciertos impresentables, con mocho
o con ensaimada.
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