A quienes me preguntan por mis largos
paseos suelo responderles que los doy por prescripción facultativa,
lo cual es una verdad a medias, porque lo cierto es que me gusta
andar y dejar volar la mente durante las caminatas. Fruto de ello,
surgió un personaje en mi imaginación, que cedo a los novelistas
por si quieren aprovecharlo.
Se trata de un señor al que le faltan
tres o cuatro años para cumplir los ochenta y que fue antifranquista
militante en plena dictadura. Algunas veces tuvo que pasar por
comisaría, aunque siempre consiguió salir bien, más allá de
algunas bofetadas. Pero el miedo que pasó no se lo podía quitar
nadie.
Cuando Felipe González se convirtió en
presidente dio por cumplido el sueño de su vida, aquello por lo que
había luchado. Fue su ídolo y mantuvo su fe en él contra viento y
marea, aunque luego, durante la primera legislatura de Aznar flaqueó
un poco. Durante la segunda la recuperó por completo y aun con más
fuerza que antes. En las siguientes elecciones votó por Zapatero,
pero al poco pensó que se había equivocado. No tardó mucho en
cogerle tal tirria que en cuanto lo veía por televisión sería la
necesidad imperiosa de rascarse y lo hacía, a pesar de que hasta el
momento había sido impensable en él que cometiese tal grosería. Se
decantó por Izquierda Unida en los siguientes comicios y más
adelante acogió con satisfacción la retirada de Zapatero y votó
por Rubalcaba. Soportó a Rajoy con estoicismo. Lo consideraba una
penitencia merecida tras el nefasto periodo socialista y luego
acogió con ilusión la llegada de Pedro Sánchez a la Secretaría
General del PSOE. Poco le duró el gozo. La aparición de Podemos lo
pilló con el pie cambiado. Lo desconcertó. Desaparecido su refugio
de Izquierda Unida, Garzón no le inspiraba ninguna confianza, optó
por Ciudadanos. Cada vez que aparecía Rufián en el televisor,
mientras jugaba al dominó con sus amigos, decía: desde que no está
Franco…
Estaba harto ya de los Torra, las Rahola,
los que hacían huelga de hambre...Se planteaba la conveniencia de
dar su voto a Vox. Lo suyo era el internacionalismo, no el
nacionalismo, pero estaba harto. No había luchado tanto por España,
corriendo riesgos, para que ahora unos vendepatrias lo sacrificaran
todo en beneficio propio.
'2016.Año bisiesto'
'El Parotet y otros asuntos'
'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978.El año en que España cambió de piel'
'Cavilaciones y melancolías'
'Necesidades emocionales'
'El Parotet y otros asuntos'
'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978.El año en que España cambió de piel'
'Cavilaciones y melancolías'
'Necesidades emocionales'
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