domingo, 16 de diciembre de 2018

Pedro, sin el Falcon

A estas alturas resulta inimaginable pensar en Pedro y no hacerlo al mismo en el Falcon. ¿Qué sería de Pedro sin el Falcon?
Cuando Vicente González Lizondo consiguió el acta de concejal llegó al ayuntamiento en su espectacular mercedes y lo aparcó delante. Pero enseguida tuvo que decir: ¡Ojo, que este coche ya lo tenía de antes! A mí me cuesta dinero la política. Otros, que vivían del sueldo que cobraban por su dedicación a la política, improductiva para los ciudadanos, se burlaban de él. Por lo menos, Vicente González Lizondo fue honrado, con ideas acertadas o no acertadas, pero con la mejor voluntad del mundo, trató de favorecer a los ciudadanos. No tuvo miedo a las críticas, ni se dejó amedrentar por las burlas de la gente desconsiderada.
Pedro, en cambio, es el mayor contaminador del Reino. Quién lo iba a decir, él, que ha hecho bandera de la ecología y se erigido en líder de la lucha contra el cambio climático. Pero no se baja del Falcon. Para ir a cualquier parte se sirve del Falcon. Y convierte el asunto en secreto de Estado para que no le hagan preguntas incómodas. Y Narbona no dice nada. Narbona, que clama venganza e invoca a los dioses cuando alguien contamina un poquito pequeñito chiquitín, calla cuando su jefe saca el Falcon en lugar de viajar de otro modo más barato e infinitamente menos contaminante. Borrell también calla, que él, como buen jacobino, sabe que al buen callar le llaman Sancho. Lo que diga Sánchez, viene a señalar con su actitud.
Eso también lo sabe Torra. Con tal de no bajarse del Falcon es capaz de acceder a todo lo que le pida. Torra se regodea con este ser inferior con forma humana de la meseta. Torra está disfrutando mucho y quiere retrasar todo lo que pueda su traslado a Waterloo, en donde sabe que no será muy bien recibido.

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