Una de las cosas que más agradable me
resulta es dar con un político honrado, competente, respetuoso con
todos los ciudadanos y con ganas de servirles, que los hay.
No es el caso de este sujeto, que me
produce tanta repugnancia como Montero, Iglesias, Errejón o
Monedero, cuyas vilezas no me interesarían nada, si no fuera porque
están en el gobierno, por obra y gracia del desvergonzado que lo
preside. No tengo más remedio que enterarme de sus vilezas porque
están en los medios y son repetidas hasta la náusea.
Me he referido antes al respeto a los
ciudadanos, al que están obligados, además, todos los políticos,
puesto que cobran del Estado, es decir, de los ciudadanos. El Rey
representa a los ciudadanos, incluso a esos de Podemos, y su forma de
respeto consiste en querer guillotinarlo o echarlo a los tiburones.
En cierto momento, un periodista señaló
que Echenique no estaba aplaudiendo al Rey. Si el aludido fuera una
persona respetable, habría respondido que lo hacía con el corazón,
por no poder con las manos. Lejos de eso, aprovechó el desliz para
dar lástima y zaherir a quien había cometido el error. Pero no se
había equivocado tanto, porque lo de los podemitas fue un aplauso
táctico, con el que únicamente se pretendía cubrir el expediente.
Nada que ver con el respeto profundo que merecen los contribuyentes
que les pagan sus sueldos, como contrapartida a los cuales solo
piensan hacer maldades, adobadas con la mentira flagrante de que lo
que hacen es bueno para los ciudadanos. La subida del salario mínimo
ya ha llevado gente al paro, que es lo que, indudablemente, quieren
los podemitas. La gente desesperada es más fácil de manipular.
Echenique todavía no ha desmentido sus
deseos de guillotinar al Rey, porque si lo hubiera hecho, habría
sido noticia en todos los medios. Lo que yo le deseo a Echenique no
es la guillotina, sino que se convierta en buena persona.
'El Parotet y otros asuntos'
'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978.El año en que España cambió de piel'
'Tránsito en la mirada'
'Te doy mi palabra'
'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978.El año en que España cambió de piel'
'Tránsito en la mirada'
'Te doy mi palabra'
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