miércoles, 18 de mayo de 2016

A Puigdemont no le avergüenza la visita del etarra

Inquirido sobre el asunto, en lugar de mostrarse compungido por el hecho de que la visita del etarra al Parlamento de Cataluña suponga una deshonra, ha salido del paso recurriendo a formalismos y cuestiones menores.
Ha quedado claro que no tiene vergüenza. Claro que lo del PSC es más ridículo aún. Aparentemente, está en contra de dicha visita, pero en la práctica apoya a quienes le han invitado.
Pablo Iglesias, el de las coletas, digno descendiente de su abuelo y de su padre, dijo el 22 de abril en Pamplona que «sin personas como Otegui no habría paz», y con eso ya está claro que se está llevando a cabo una estafa moral y que el Parlamento catalán es cómplice de la misma. Al fin y al cabo, el Parlamento catalán es una estafa en sí mismo, ¿qué más le da estar un escalón más bajo?
Ada Colau, Marta Pascal, Carmen Forcadell, Carlos Puigdemont… menuda panda. Todos a la altura de Otegui, puesto que ellos mismos se han puesto.
Habría que explicarle a Puigdemont que sin nacionalismos no habría podido existir el terrorismo, así que le guste o no le guste, lo quiera reconocer o no, tiene bastante responsabilidad en el asunto. Y al recibir a un etarra en el Parlamento reconoce implícitamente esa responsabilidad.
Por otro lado, también existió Terra Lliure, muchos de cuyos componentes militan en un partido nacionalista catalán y un miembro destacado del gobierno catalán fue en coche oficial a entrevistarse con ETA en Perpiñán.
Tampoco el gobierno catalán esconde su desprecio por las leyes y su gusto por la arbitrariedad, con lo cual se cierra el círculo.
Una cuestión que no se tiene en cuenta es la de los psicópatas. Da la impresión de que el porcentaje de ellos entre los políticos españoles es más elevado que en otros países. Es urgente poner remedio a esta cuestión.

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