Un sector de la izquierda, que no cree
en el infierno, ha decidido que Amancio Ortega debe ir al infierno
por malo. Puesto que gana mucho dinero, es malo.
Ya
lo decía Richelieu, otro que tampoco creía en el infierno: «Dadme
dos líneas escritas a puño y letra por el hombre más honrado, y
encontraré en ellas motivo para hacerlo encarcelar.».
Es
fácil condenar a cualquiera. Esa
misma izquierda, capaz de seguir lo políticamente correcto hasta el
final y lo políticamente correcto para ese sector es condenar a
Amancio Ortega, sin
embargo fue capaz de votar a Zapatero (que piensa que los de derechas
son egoístas y los de izquierdas piensan en los demás), que
sumió en la pobreza y la desesperación a mucha gente y
bajo su mandato los trabajadores perdieron, seguramente
para siempre, prestaciones
sociales que se habían conseguido con mucho esfuerzo. Este
sector de la izquierda le echa la culpa a Rajoy, claro, un hombre que
no tiene agallas, y quizá tampoco capacidad, para arreglar el
tremendo desaguisado que dejó su antecesor. Rosa
Díez sí las tiene y en su programa iban medidas muy adecuadas para
el caso, pero eso es otro cantar.
La
cuestión es que este sector de la izquierda, tan sectario, cuyos
componentes para creerse buenas personas tan solo necesitan condenar
a los ricos, a Amancio Ortega en este caso, es
el mayor enemigo de los más
indefensos, a
quienes sólo personas con audacia, tenacidad y buena voluntad pueden
favorecer. El
resentimiento y el deseo de venganza nunca han traído nada bueno.
No
sé si Amancio Ortega es bueno o malo. Parece ser que está dentro de
la ley y que sus empresas dan trabajo a mucha gente. El
hundimiento de sus negocios no sería bueno para nadie. Pero
si digo que muchos quienes lo critican son peores personas que él es
probable que acierte.
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