miércoles, 22 de agosto de 2018

Rufianesca

A primera vista parece difícil de las manifestaciones de ese botarate llamado Rufián obtengan mucha más audiencia que la que habría podido soñar Gustavo Bueno.
Pero no sólo el desaparecido filósofo, hay cientos de miles de personas con mejor juicio que él, que el botarate quiero decir, cuyas opiniones y juicios no despiertan tanto interés.
Una respuesta podría ser que quienes le siguen con tanta fidelidad es porque se sienten superiores a él, afición ésta, la de sentirse superior al prójimo, muy extendida.
Quien sigue al botarate por este motivo piensa, al verlo encumbrado, que si hubiera tenido suerte también podría haber llegado al mismo sitio. Pero no, si Rufián ha llegado a ese cargo, a pesar de su evidente y citada condición, es porque destaca en algún otro aspecto. De hecho, es famosa su agresividad a la hora de defender su puesto en las listas, a las que se la ha dado acceso para captar los votos de los charnegos como él. También tiene un desparpajo fuera de lo común y habilidad de darse cuenta de que cuanto más mete la pata más seguidores tiene. De ahí que no desaproveche la ocasión de meterla.
Ahora le ha dado por referirse a la Capilla Sixtina, como si fuera entendido en arte, como si estuviera en su mano la posibilidad de gozar contemplando esa maravilla. Al mismo tiempo se refirió a Atapuerca, sin ser capaz tampoco de comprender que algunos cromañones tuvieron un grado de evolución superior al suyo, como lo demuestran las creaciones que dejaron para la posteridad. Hubo cromañones, y sus obras dan fe de ello, que alcanzaron una sensibilidad que no podría lograr Rufián ni aunque viviera veinte vidas.
En esa misma parida se refiere también al fútbol, sin que tampoco dé señales de entender de eso. Lo que ocurre es que Guardiola es separatista y quiere aplaudirle únicamente por este motivo.
Rufián es uno de los que se esfuerzan en hundir a Cataluña.

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