jueves, 2 de agosto de 2018

Socialistas ateos

A bastantes de los autodenominados socialistas les gusta dárselas de muchas cosas que luego no son. Verbigracia, los hay y no pocos que se creen socialistas, pero bastaría con pedirles que definieran el socialismo para comprender que no lo son.
Abundan entre ellos también los buenistas, o sea, que les gusta parecer buenos. Ojo, no ser buenos, sino parecerlo. Eso se consigue con el dinero ajeno y poniendo en riesgo el bienestar, conseguido con un esfuerzo, acompañado de sacrificio, durante muchos años. Y a quien manifieste algún reparo sobre la cuestión inmediatamente se le tilda de racista o fascista, con lo cual se ve claramente que la bondad sólo en la capa de las apariencias, por debajo de la cual están los puñales traicioneros y las hachas de decapitar.
Próximamente, en el Reino de Valencia, cuyo nombre oficial es Comunidad Valenciana, porque ofende menos a la izquierda, se va a implantar la enseñanza de la religión musulmana. O sea, una religión cuyo nombre, Islam, significa sumisión. ¿Esto es lo que quieren que aprendan los alumnos valencianos los gobernantes de hoy?
En ‘1978. El año en que España cambió de piel’, escribí que en la Constitución no debería figurar ninguna religión, ni ninguna lengua oficial, porque ello daba pie a que en el futuro otras religiones exigieran un trato similar y otras regiones introdujeran en sus Estatutos de Autonomía otras lenguas o dialectos.
Los contribuyentes, o sea, los que con su dinero mantienen al Estado, tienen derecho a hablar y aprender la lengua que se les antoje y no la que les ordene el Torra de turno. También tienen derecho los contribuyentes a que el Estado les proteja en la medida en que sea posible de los estafadores y no cabe duda de que algunas religiones son una estafa.
Haría muy bien el Estado en decir que le asombra que la Iglesia Católica hable de Misterios, pero todavía le asombra más que para el Islam y los Testigos de Jehová no existe el bien y el mal, sino la voluntad de Dios. 

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