Digo que es improbable porque para que prosperase Feijóo debería asegurarse previamente el voto de unos cuantos socialistas, y no parece que a ninguno de estos, ni a los socios de Sánchez les importe nada la catastrófica situación de España.
El circo diario en que se ha convertido la política española ya va poniendo en evidencia todo lo que saldría a relucir en la hipotética moción de censura.
Por otro lado, la opinión que todos los españoles no socialistas tienen de Sánchez debería ser motivo suficiente para que el sujeto reflexionase. Pero su cerebro no le da para entender los motivos por los que después de haber estado tanto tiempo en el escaparate, el personal le da la espalda. Menos todavía entenderá las traiciones que le esperan en cuanto pierda la presidencia, cosa que ha de suceder necesariamente.
Puigdemont seguramente piensa que declarando la secesión de Cataluña podrá eludir la acción de la justicia, puesto que la idea de acabar sus días en la cárcel no le termina de gustar. Pero es lo que hay, en un momento u otro se acaba la infancia y se entra en la edad adulta, en la que hay que asumir responsabilidades.
Puigdemont y Sánchez unieron sus destinos y la destroza que han hecho entre ambos es considerable. Los dos se han creído impunes y los reyes del mambo, y tal vez la cárcel, destino probable de ambos les dé para recapacitar, pero no parece que ninguno de los dos tenga condiciones para ello.
La pelota está en el tejado del PSOE, que debe decidir si morir con Sánchez, tal vez para siempre, o intentar la regeneración expulsando del partido a quienes lo utilizan en su beneficio, que son ahora todos los sanchistas. El PSOE debería ser capaz de comprender que por la vía que sigue le va a resultar imposible recuperar la confianza de los españoles.
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