A quien ha pillado la policía es a Begoña y es raro que no haya comparecido todavía ante un juez. A Ayuso no le han encontrado nada, sino que se ha hecho pública de forma delictiva una información fiscal de su novio. Anteriormente, ya se le había hecho una jugada parecida con su hermano y se le habían buscado las cosquillas con todos sus demás familiares.
Ningún ciudadano está seguro con este gobierno, porque no existe seguridad jurídica. Esta manera de proceder es más propia de Venezuela que de un país europeo.
El responsable de que muriera tantísima gente por culpa del virus chino es Pedro Sánchez, que debiendo tomar medidas en enero, no lo hizo hasta el 14 de marzo para no contrariar a Irene Montero, cuya capacidad para chantajearlo en aquellos tiempos era igual a la de Puigdemont en estos.
Así pues, se han manifestado unas cuantas personas a las que no les importa no tener razón para acusar a Ayuso de delitos que no ha cometido. Eso es una canallada, para decirlo bien claro.
Y los panfletos que se han sumado al linchamiento merecen el mismo calificativo.
De lo que no se ha dado cuenta ninguno de estos, ni tampoco lo ha hecho el presidente del gobierno, que tan creído se lo tiene, es que quienes creen en la impunidad, o la adoran, son malas personas. Esto no necesita explicación, aunque seguramente a Sánchez habría que dársela y aun así no es seguro que lo entendiera. Porque sin la impunidad no es nadie.
La cuestión es que atacan a Ayuso desaforadamente, para disimular los escándalos del PSOE, para que no se hable de Begoña, y si solo fuera Begoña Sánchez no temblaría tanto, es que en realidad puede ser que de quien se trate sea de él y que el papel de Begoña fuera el de tapadera.
Los sinvergüenzas que se han manifestado contra Ayuso deberían hacerlo contra Begoña y Pedro.
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