No queda en la izquierda actual ninguno de aquellos soñadores capaces de sonrojarse y defender su dignidad.
La izquierda hoy está abonada a la mentira y a la insidia. Intenta culpar a Ayuso de lo que es responsabilidad exclusiva de Pedro Sánchez e Irene Montero, dos malvados torpes. Sus panfletos la apoyan en sus intenciones.
Armengol, con su fluidez verbal «quiero explicar el contexto en lo que los estoy explicando las cuestiones que voy a explicar», también ataca al PP. Bien, pero los fiscales europeos a quien van a investigar es a ella. Y van a contar con la supervisión del juez García-Castellón, al que también la izquierda ha insultado de lo lindo en el Parlamento, sin que nadie con poder para ello lo impida. Esto es una indirecta para Armengol, que hace mal su trabajo por dos posibles motivos. El primero, que es seguro, es que ha de satisfacer a su jefe, que también la tirará a la basura, como ha hecho con Ábalos, cuando ya no la necesite. Y el segundo, que solo es probable, es que no lo sabe hacer mejor. Son dos motivos de peso para haberla puesto en el sitio en que está.
La izquierda está que trina con el buen juez García-Castellón, por el simple motivo de que hace bien su trabajo. Lo insulta y lo intenta desacreditar sirviéndose de cualquier pretexto, por incierto que parezca. Pero de momento, y esperemos que siempre, está cumpliendo con su cometido, con lo cual está haciendo un gran servicio a los españoles.
Cuando los integrantes de la actual izquierda no se meten con un juez, o lo alaban, eso es mala noticia para él, porque es señal clara de que está obedeciendo las órdenes del maligno, lo cual resulta muy peligroso para los ciudadanos que trabajan honradamente y pagan sus impuestos, muy a menudo haciendo un gran esfuerzo.
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