Se veía venir. Se conoce que algunos de esos ‘demócratas’ del PSOE tiene negocios en el país caribeño por lo que no le conviene la caída de Maduro.
No voy a decir nombres, solo la posible explicación del motivo. Era un lugar ideal para hacer grandes negocios y que el hecho pase inadvertido. Digo ‘era’ porque estoy convencido de que la suerte de Maduro se ha terminado. Todo estaba bajo control. El sátrapa, defendido por un potente ejército y apoyado por Cuba, Rusia, China e Irán, parecía inamovible. Mientras que los dictadores de derechas suelen quedarse solos y de esta manera han de resistir la presión mundial, las dictaduras de izquierdas son varias y se apoyan unas a otras. Dadas estas circunstancias, se daba por imposible un vuelco en el país. Todos los intentos anteriores habían quedado en nada y los líderes que se habían enfrentado a Maduro no habían tenido más remedio que exiliarse.
«Es que los socialistas pensamos en los demás», decía uno de esos próceres socialistas que viaja mucho a Venezuela sin que la existencia del Helicoide le genere ninguna preocupación. Se conoce que los que están siendo torturados o asesinados allí no forman parte de «los demás». Pero no solo a éste le resulta indiferente que se asesine, se torture y se aterrorice a los venezolanos. A ninguno de los componentes del ganado lanar socialista le importa. Se ha visto en la votación que sin duda sirve para llenar de esperanza los corazones de los heroicos venezolanos.
Los cobardes no pueden prever la aparición de personajes tan valientes que son capaces de dar al traste con todo. Ha ocurrido en Venezuela con María Corina Machado, que es capaz de enardecer con apasionadas, pero sobre todo, inteligentes arengas a toda la nación, ilusionándola con la idea de la libertad. Y no solo ha ilusionado a los venezolanos, sino que está despertando la admiración del mundo entero, especialmente de toda la América del Sur. Y de España, mal que les pese a los antidemócratas.
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