viernes, 27 de septiembre de 2024

Los papagayos

 

Repiten todos al unísono, demostrando con ello que como buenos chicos cumplen las órdenes recibidas, un dicho que de tan manido y poco imaginativo resulta fastidioso.

Mucho más elegante fue Adolfo Suárez cuando al ir a París para afearle a Chirac que Francia protegiera a los etarras, el fantasmón francés le enumeró los vinos franceses, los mejores del mundo según él, y terminó con un ¿cuál quiere que le sirvan? Y el español, valiente, cabal y digno: un vaso de leche.

El líquido elemento blanco en boca de un hombre suena mejor que en la de unos niñatos, que por muy ministros que sean no pierden esta condición.

Esta referencia ministerial a la leche tiene que ver con la comparecencia del presidente ante el juez Peinado, cuando dijo una verdad y dos mentiras, siendo lo raro que dijera una verdad.

Este felón al que han de escribirle los libros y plagiar por él las tesis se ha atrevido a explicar hace poco lo que es la dignidad. Es absolutamente seguro que el ganado lanar estará conforme con la definición, y que los ministros y las ministras habrán aplaudido basta romperse las manos. Y los asesores y las asesoras y todos los que dependan de él.

Fuera del ganado lanar se sabe que dignidad tiene quien está dispuesto a pagar un precio por ella. Pondré un ejemplo: cuando Cayetana Álvarez de Toledo se encara con Bolaños y le dice lo que le tiene que decir, éste tiene dos opciones dignas: responder con argumentos consistentes, demostrando que lo que le ha dicho no es cierto, o, si no puede hacer eso dimitir. No hace ninguna de las dos cosas, sino que reacciona con esa sonrisa boba que, sin duda, ha conseguido esforzándose en ello a lo largo de los años.

Es como si la víctima de alguna tropelía le dijera al autor de la misma: eres un bruto. Y el otro se riera.

Esos libros míos

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