domingo, 29 de septiembre de 2024

Rufián sienta 'cátedra'

 

Para ser diputado, habría que pasar un examen mediante el que demuestre que es digno de que los españoles le paguen el sueldo. Debería probar que conoce la responsabilidad que asume al jurar o prometer el cargo y que tiene capacidad para sostener argumentalmente las afirmaciones que haga. Evidentemente, si se hiciera así nos ahorraríamos la vergüenza de soportar a los rufianes y belarras que tanto abundan en el Parlamento.

Juanma Moreno puede mantener su afirmación sobre el trato de favor que le ha ofrecido Sánchez a Cataluña, con el fin de seguir okupando la Moncloa, de forma legal -como otros okupas a los que también protege la ley-, porque es radicalmente injusto, como casi todo el mundo sabe.

El apellido de Rufián debe de proceder de algún antepasado suyo, que lo sería y por ello sería conocido con ese mote, que luego pasaría a tener consideración oficial. El diputado ha preferido mantener el apellido, sin hacer ninguna modificación, quizá por mantener la fidelidad a algo. Ya que traiciona juramentos, principios, ética, ha querido ser fiel a la rufianidad.

Ha pretendido contestar a Juanma Moreno, pero lo ha hecho en plan maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela. Como siempre. Ninguna de las cosas que dice a través de los tiempos tiene base moral ninguna, y lógica aún menos. Se abraza y fotografía con Otegui, otro que tal. No tiene vergüenza, ni inteligencia, ni tampoco conocimientos. Cae bien a despistados poco pulcros, sin capacidad crítica, porque no resiste el menor análisis.

Forma parte de un partido antisistema, por lo que no debería ser legal, que además lleva terroristas en las filas y que es incapaz de hacer algo que beneficie a los españoles, pero sí de llevarse su dinero. Siempre que ha colaborado con el gobierno de España ha sido para causar grandes daños.

A Rufián le ríen las gracias, pero no tiene ninguna.

Esos libros míos

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