Se están gastando un dineral en publicidad en contra de Israel, hay que decirlo claramente. Pero catalogar como genocidio lo que hacen los israelíes para defenderse es redoblar la crueldad. Los que atacan a Israel son crueles.
En realidad, quienes tienen la sartén por el mango en la guerra contra Hamás son los palestinos. Lo saben los palestinos y lo saben los promotores de la propaganda. También lo saben quienes se hacen eco de ella, aunque finjan ignorarlo. Bastaría con devolver vivos a los rehenes que mantienen en su poder y entregar a los terroristas para que sean juzgados por un tribunal democrático. Eso es todo.
Todo empezó el 7 de octubre de 2023, cuando un grupo de salvajes, pertenecientes a la organización terrorista Hamás penetraron en territorio israelí y asesinaron a más de mil ciudadanos de forma deliberadamente cruel, además de secuestrar a más de doscientos, muchos de los cuales han sido asesinados ya. Se imagina como tratan esos bestias a los que quedan vivos.
Si se tiene en cuenta que los fines de Hamás no son otros que los de exterminar a los judíos, y que utilizan el dinero que se les da por unos u otros motivos para construir un laberinto de túneles en el subsuelo de Gaza, cuya finalidad se entiende fácilmente cual es, se comprende la actitud de los israelíes en el plano defensivo, pero sobre todo en el intento de recuperar a sus compatriotas que permanecen en el poder de sus enemigos.
Se completa el cuadro con quienes financian y sostienen a Hamás y otras organizaciones terroristas de la zona, que también pretenden acabar con todos los judíos. Son los ayatolás, que tienen sojuzgados a los iraníes, a base de latigazos y ahorcamientos, manteniendo en la Edad Media a un país que miraba decididamente hacia el futuro.
Pero los terroristas tienen más apoyos, como se deduce de la costosa campaña publicitaria en contra de Israel, campaña en la que se soslayan la existencia de rehenes y el brutal ataque que lo inició todo.
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