El hecho de que no estuviera Zapatero en la foto ignominiosa es la prueba más contundente de que lo que pretende hacer creer Albares es falso. Si hubiera sido todo tan bonito como nos lo pinta el gobierno habría estado él, sonriente, haciéndose notar. Es feo, muy feo, sonrojante para los españoles.
La situación en Venezuela, transcurridos casi dos meses desde que se demostró que Maduro tiene en contra al ochenta por ciento de la población -si se tienen en cuenta los ocho millones de venezolanos que están fuera de su país- da a entender que la posición del gobierno es sólida. Mandan en él los militares, que se muestran como una piña, están apoyados por grandes potencias mundiales, no tienen escrúpulos de ningún tipo y son más que crueles.
Esa solidez aparente es lo que ha permitido que algunos que algunos se hayan se hayan enfangado hasta la náusea y que ahora la camisa no les llegue al cuerpo de miedo. Al ser tan cobardes no pudieron darse cuenta de las oleadas de gente valerosa que se les venían encima, encabezadas por una mujer mucho más inteligente que ellos y, sobre todo, más valiente.
La otra cara de la moneda la constituye toda esa fervorosa multitud que ha sabido motivar María Corina Machado sin que los asesinos atinaran a calibrar la que se les venía encima, tan seguros estaban de que lo sofocarían todo con cuatro asesinatos y unas cuantas reclusiones en el Helicoide.
Pues por la parte de esta multitud la cuestión es la siguiente: saben que es el último tren y que si lo pierden ya no habrá remedio. Nadie puede negar que han ganado holgadamente las elecciones. Contra ellos solo vale el recurso de la fuerza.
Mientras tanto, van despertándose perezosamente las naciones democráticas. Se van dando cuenta de que si María Corina Machado pierde, pierden todas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario