A Irene Montero, cuya educación y
modales están bajo cero, no le gusta lo que Pablo Iglesias bautizó
como jarabe democrático. O sea, no le gusta cuando lo sufre ella.
Entonces recurre a la policía y la justicia, tan denostadas por ella
a lo largo de los tiempos. Del mismo modo que recurre a la Guardia
Civil para que cuide de su morada, aunque para ello tenga que
desatender a otras personas.
Ellos son así, me refiero a Montero e
Iglesias, y quienes les votan son masoquistas. Llaman jarabe
democrático a lo que es fascismo puro y duro. Y por supuesto que yo
no iría nunca a hacérselo a ellos. Como decía Marco Aurelio, el
mejor modo de vengarse consiste en no parecerse a tu enemigo. Hay que
dejar que sean los podemitas y equivalentes, Bildu, ERC, etcétera,
los únicos que hagan esas cosas.
Decir que Ana Botella, que ganó unas
elecciones, porque iba de número dos en la lista más votada, que
cotizó muchos años a la Seguridad Social y que desempeñó el cargo
con solvencia, consiguió el puesto por ser esposa de…, es un
ejercicio democrático según ellos. Se burlan, los ignorantes, del
«relaxing cup of café con leche», sin tener en cuenta que el
discurso se lo escribió un estadounidense y que posteriormente John
Julios Reel, en La Sevilla del guiri, explicó que no se podía decir
de otro modo porque el concepto ‘café con leche’ no existe fuera
de España y, por tanto, no tiene traducción.
Pero decir que Irene Montero, a la que
vapulean en el Parlamento todos los que se encaran con ella, dada su
indigencia verbal, intelectual y de todo tipo, ha accedido al cargo
por… es machista.
El suyo es uno de tantos ministerios de
dudosa utilidad, cuyo despilfarro no es dudoso, sino cierto. El
dinero hace mucha falta y por solidaridad con los desfavorecidos
debería dimitir y desmantelarlo.
1 comentario:
Está ahí sólo por ser la novia del otro. Eso está claro. Un saludo
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