No lo sabía, pero lo he visto escrito.
Cada vez que Abascal sube a la tribuna de oradores del Congreso,
Iglesias se va. Es fácil de entender que sea así, puesto que se
percibe claramente que el coletas (un tipo que acude a una recepción
en la Zarzuela vestido cualquier modo merece que le nombren así) si
no tiene ventaja no es nadie.
Siempre actúa con el apoyo de su tribu o
con ventaja institucional, como ocurrió el día en que se mostró
tan insolente y atrevido con Espinosa de los Monteros. De igual a
igual no tiene nada que hacer con ninguno de los diputados del
trifachito, como les llaman él y el incompetente que preside el
gobierno. No es extraño, pues, que Abascal se dirija a él siempre,
porque sabe que le dialécticamente le va a vencer siempre. También
al presidente del gobierno, aunque luego los medios apesebrados
intenten disimularlo. Hablando de pesebres, parece que los precios de
la alfalfa y el heno están bajando bastante y aún bajarán más,
porque no hay dinero para pagar.
Iglesias
no sabe más que manipular, excitar las bajas pasiones de sus
votantes, sembrar el odio y la discordia y mentir. Le
gusta mucho presumir y asumir competencias, para dárselas de
poderoso y amenazar y asustar, pero
luego no asume las responsabilidades, sino
que las desvía hacia otros, primero hacia sus adversarios
ideológicos, pero si no cuela hacia los suyos, hacia quien sea.
Es
frágil y esto se verá si,
como parece que va a ocurrir, ha de comparecer ante un juez, por
el caso de las residencias de ancianos, por la manifestación del
8-M, por cualquier cuestión relacionada con el narcotráfico, con
Irán, con Maduro, o
por cualquier otra de sus actividades de las que ahora no tengamos
conocimiento, es
caprichoso, y eso lo tuvo que aprender Tania, a la que de todos modos
no le ha ido tan mal, porque consiguió un buen sueldo, y
tiene muy mal gusto.
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