Que un tipo tan torpe como Iglesias
intente tomarle el pelo a él, que está acostumbrado a ventilar
asuntos muy difíciles, no puede haberle sentado bien. Pero
conociendo al personaje se puede pensar que más que una tomadura de
pelo es un acto de prepotencia. Como el juez no se trague el cuento,
le organizo un escrache que se va a enterar.
La cronología de los hechos es la
siguiente: El 1 de noviembre de 2015 le roban la tarjeta a Dina y
puso la denuncia correspondiente. Las sospechas recayeron en personas
de su entorno, gentes de Podemos y hasta en su marido, que entonces
era novio, motivo por el que el juez lo llamó a declarar. La tarjeta
del móvil fue a parar, sin que se sepa cómo, a la revista Interviú,
que en algún momento se planteó la posibilidad de publicar las
fotos de ella, pero finalmente decidió no hacerlo y se la devolvió
a Iglesias, que estuvo contemplando el contenido, a solas, en el
despacho de Antonio Asensio. Ocurrió en enero de 2016.
Posteriormente, un directivo de la revista, que en distintos periodos
ha tenido cargos de relevancia en el PSOE, aunque este dato no tenga
nada que ver con el caso, entregó un pendrive a Villarejo, con toda
la información que contenía la tarjeta. No ha trascendido que
Villarejo hiciera uso de esta información.
La propia Dina hizo capturas de pantalla
de chats en los que intervenía Iglesias y las distribuyó. Alguien
de entre los receptores la hizo llegar a OKDiario, que la publicó.
En estas fechas, Dina no sabía aún y tardaría en saberlo, que
Iglesias tenía la tarjeta en su poder. Al recibirla, le explicó que
ya estaba dañada y como prueba le mostró unos correos mantenidos
con una empresa dedicada a la recuperación de archivos de tarjetas
estropeadas. A partir de entonces, cada vez declara una cosa distinta
al juez y siempre con la intención de salvarle la cara a Iglesias.
Pero todo el montaje se ha venido abajo y
lo que ha quedado claro es que la presencia en el gobierno de este
individuo es una vergüenza para España.
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