Quienes
hayan visto una imagen de Carmen Calvo enfadada, seguramente habrán
pensado que no puede haber nada más desagradable. Pero
basta con seguir el enlace siguiente para comprobar que están en un
error:
Con
respecto a la persona que aparece en la foto, hay quien ha dicho que
se sabe cómo ha llegado a ministra, lo que resulta difícil de
entender es cómo llegó anteriormente a cajera de supermercado. Y
tiene razón, porque cualquiera que esté en la cola de la caja y de
pronto dé con esa cara lo normal es que deje el carrito con la
compra y salga pitando por la primera puerta que vea.
Que
el responsable de que esta señora esté en el gobierno es una
traición en regla, no digo que a
los españoles, porque de entre estos los hay de todas clases,
etarras, golpistas, psicópatas, rufianes, sectarios,
etcétera, sino a las personas
sensatas que viven en España, a
las que no desean que nos ocurra ninguna catástrofe.
Entre
los rufianes hay uno cuyo apellido coincide con su condición que
en su forma de sentarse en el Parlamento descubre cuál fue la
educación que recibió en su casa, o sea, ninguna. Habría
que comparar la forma de sentarse de él con la de Francisco
Fernández Ordóñez, que vendría a ser el polo opuesto. La grosería
frente a los buenos modales.
Del
ministerio de la señora
esta, ministra por la gracia conyugal, o como se llame, ha surgido un
documento al que se accede siguiendo el enlace que va a continuación:
Es
decir que si la señora es desagradable e invita a quienes vean la
televisión a apagarla inmediatamente en cuanto aparezca, para
no sufrir alguna indigestión o inflamación, lo que surge de su
ministerio no lo es menos. Este
documento es tan sumamente bochornoso que ha sido difundido con
profusión. El gobierno debería
reaccionar ante tal despropósito, pero eso ocurriría si el gobierno
fuera decente.
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