Mientras se difama, se filtran datos confidenciales, se inventan delitos inexistentes -mientras no se demuestre lo contrario, que hasta el momento no se ha demostrado ninguno- contra los familiares de Ayuso, e incluso la mujer de Feijóo, el entorno presidencial hace lo quiere.
La mujer de Sánchez está en boca de todo el mundo -él se ha encargado de que sea así- y lo del hermano es muy descarado. Fuentes autorizadas, porque conocen exactamente como funcionan estas cosas, han dicho públicamente que la Agencia Tributaria tiene la obligación de investigar al hermano del presidente y obligarlo a pagar lo que debe, pero no lo hace y no pasa nada.
Algún fallo hay en el sistema cuando se pueden incumplir impunemente las obligaciones.
La esperanza es que el PSOE sufra tal revolcón en las europeas que no tenga más remedio que adelantar las elecciones para dar paso a un nuevo gobierno y que éste ponga orden.
Sin embargo, el desparpajo de Sánchez es tal que no ha dudado en perjudicar a España ofendiendo a Israel con el fin de arrebatarles los votos a los partidos de extrema izquierda, y parece que le funciona.
La peor ministra de Trabajo de todos los tiempos -los ministros de Sánchez son los más incompetentes que ha habido nunca- se olió la jugada, porque lo que le falta de inteligencia lo suple con lo que le sobra de malicia, y también quiso ofender a Israel, para mantener a sus votantes, pero lo hizo mal y tuvo que rectificar alegando que no es «antisemitista». Antisemitista no será, pero antisemita sí que parece serlo, y antisensatez también, y antitrabajadores, que los tiene a casi todos en el paro. Claro que ¿ella qué sabe si están en el paro o no? Ni le importa.
Solo un milagro nos puede salvar de este gobierno tan nefasto y quizá lo intente hacer Ayuso. Es nuestra esperanza.
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