En el artículo de Juan Luis Cebrián titulado El puto amo de la máquina del fango el autor transcribe este texto de Hitler: «capaz de crear un determinado ambiente de opinión… y una mixtificación completa de las aspiraciones y tendencias en el sentir de la comunidad. En el transcurso de pocos días sabían hacer de una cuestión insignificante una cuestión de Estado… Esta es la chusma que en más de las dos terceras partes fabrica la llamada opinión publica».
Cebrián se sirve de este texto por un motivo y yo lo utilizaré por otro, ya que son muchos los que actúan de este modo. Los catalanistas, por ejemplo. A partir cualquier asunto baladí pero que ellos consideren que perjudica su negocio, porque lo suyo es un negocio y no otra cosa, organizan huelgas, manifestaciones, publican editoriales, conjuntos o no, escriben artículos tendenciosos.
Rafael del Moral, en uno de sus artículos llenos de sensatez sobre las lenguas, proporcionó un argumento imbatible. ¡Pero qué les importan a esos los argumentos! Los catalanistas no debaten ni argumentan. Ellos machacan, intimidan, compran voluntades. Se imponen a fuerza de dinero, de propaganda y de amedrentar al personal. Cualquiera que les lleve la contraria ya sabe que va a ser señalado, perseguido y etiquetado.
Dice Rafael del Moral que si las lenguas fueran identificadas con números en lugar de por nombres no habría ningún problema con ellas. Y está en lo cierto, porque no se podrían utilizar como arma política.
La cuestión es que en estos tiempos en que la deuda española es tan desorbitada, que hay que pagar una enorme cantidad de intereses cada año, y paralelamente el gasto de la Administración es tan elevado que resulta suicida aumentarlo, en lugar de disminuirlo drásticamente, y sin embargo se aumenta, que el Estado del Bienestar está francamente en peligro.
Y hay varios grupos políticos que aprovechan las enseñanzas de Hitler con la indisimulada finalidad de conseguir que España quiebre.
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