Una
característica común a toda la clase política española es la de
pretender sacar rédito electoral a cualquier cosa en la que se vean
posibilidades. Gracias a eso ha podido perdurar Eta, los
nacionalistas se han hecho los amos, el sistema educativo es una
birria, etc.
Gibraltar
no ha sido ajeno a esos manejos electoralistas, por lo que, al igual
que CiU y el PNV y otros, ha ido arañando ventajas y ganando terreno
cada vez.
Con
respecto a la anacrónica colonia hay que tener en cuenta algunas
cosas. Inglaterra se apresuró a devolver Hong Kong a China, pero no
es su intención devolver Gibraltar a España. A Inglaterra las leyes
internacionales, la Justicia, las razones históricas, etc., le
importan un bledo. Lo que realmente importa a Inglaterra es la ley
del más fuerte.
Puesto
en la tesitura de elegir entre el Reino Unido y España, Estados
Unidos siempre optará por el primero, independientemente de quien
tenga razón y de lo que indique la ONU.
El
hecho de que el repugnante gobierno de esa teocracia hipócrita que
es la Gran Bretaña llame a consultas al embajador español, para
protestar por algo relativo a Gibraltar, lo que hace es poner de
manifiesto con quien nos jugamos los cuartos.
Hay
que reconocer que cuando los británicos quieren competir a ver quien
tiene la cara más dura no hay quien les gane. Son insuperables en
esto.
La
lista de agravios que podría llevarles Federico Trillo, sólo con
respecto a Gibraltar, podría dar varias vueltas al mundo. Sólo que
él sabe que si hubiera escrito esa lista la gobernadora suprema de
la Iglesia de Inglaterra no la hubiera leído. A saber lo que hubiera
hecho esa señora con esa lista. Trillo no fue y en su lugar lo
hizo Ramón Gandarias, y no se entiende que fuera él. Se podría
haber mandado a Belén Esteban.
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