Habida
cuenta de que para estar en la política y específicamente en la
política española hay que disponer de un estómago preparado para
digerir sapos, el anuncio de Cospedal de que no está dispuesta a
tragarse más sapos que los justos más parece una llamada llena de
angustia a Rajoy que otra cosa.
A
Manuel Pimentel le sirvieron un sapo y no dijo nada. Se levantó de
la mesa y se fue. O sea, dejó la política para dedicarse a sus
negocios, que creo que pertenecen al mundo editorial. No sé lo que
come ahora, pero no es probable que sean sapos.
A
Jordi Sevilla tampoco le gustaban los sapos, pero eso lo descubrió
cuando lo destituyeron. Anteriormente se sentía capaz de enseñar
economía en dos tardes, incluso a alguien cuya mayor aspiración
consistía en contar las nubes, o en explicarles a las buenas que no
debían juntarse con las malas. A Sevilla entonces todo eso le
parecía bien, despertó más tarde.
Rubalcaba,
en cambio, se las tragaba todas. Iba de asombro en asombro y, quizá,
en lugar de llorar se partía de risa. Si la vida te da limones,
hazte una limonada. La frase que le acuñaron es: Rubalcaba, te das
la vuelta y te la clava. Pero es posible que haya recibido tantas
como ha dado. Y sonríe.
De
modo que Cospedal le dice a Rajoy que está harta. Como si Rajoy no
comiera sapos. A lo mejor, lo que ocurre es que Rajoy ha aprendido a
cocinarlos. Quizá les pone pimienta, un poco de perejil y como le
han dicho que la sal ni verla cierra los ojos cuando la echa, y luego
a comer.
Hay
que estar atentos con esta gente que come sapos. Si el de al lado se
descuida se lo meten en su plato. Sapo va, sapo viene, pero a fin de
cuentas se lo pasan bien. Si no fuera así no estarían.
'La muchacha de Catulo'
'Niños, adolescentes y redes sociales'
'El franquismo'
'Hablar en público y en privado'
'El olvido de sí'
'Todo es posible'
'Bélgica'
'Mala farma'
'Niños, adolescentes y redes sociales'
'El franquismo'
'Hablar en público y en privado'
'El olvido de sí'
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