Según
el Síndico de Agravios de Cataluña hay 50 000 niños con carencias
alimentarias en esa Comunidad Autónoma, y 751 niños que sencilla y
llanamente pasan hambre.
CiU
lo niega, claro. Tiene cosas más importantes en las que pensar. Se
aproximan acontecimientos que reclaman la atención, de forma
perentoria, de este partido, y ante ellas todas las demás pierden
interés.
Rafael
Ribó, que es el citado Síndico de Agravios, debe de ser considerado
como una persona inoportuna por Artur Mas, ese Moisés que rige los
destinos catalanes. Afortunadamente, no dispone del poder que tuvo
Hitler, que era más bajito y con el mentón menos cuadrado.
El
gobierno catalán no se siente angustiado por la situación que
describe el síndico, sino que lo acusa de crear alarma social y de
querer distraer al personal con el demagógico estudio sobre la
pobreza de los niños que no tiene nada que ver con los objetivos
marcados por el visionario líder.
Los
auténticos patriotas catalanes, puedan dar de comer a sus hijos o
no, deben ser conscientes de que “la causa” es lo primero.
Si
se gasta un millón en la causa, está mal. Deberían haberse gastado
dos. Y si no, que se lo pregunten al conde. Y si se gastan dos
millones en la causa, está mal. Deberían haberse gastado cuatro. Y
si no, que se lo pregunten al conde.
Dicen
que la calidad moral de una nación se percibe en el modo en que
trata a los más indefensos. En este caso, “tan solo son 50 000”
los niños con carencias alimentarias. A consecuencia de ello, su
salud se resentirá en el futuro en todos los casos. Y esos 751 que
tienen tanta hambre son menos todavía.
Ningún
afiliado a CiU ha protestado.
El
dinero es para gastarlo, pero hay que gastarlo bien, dijo uno que
salía de estar con una prostituta.
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