domingo, 10 de mayo de 2020

Carmen Calvo, disfrazada


Esta señora, que como todo el mundo sabe ya, es natural del mismo pueblo que José Solís Ruiz, ha sido nombrada ministra por Zapatero y por Sánchez. Debería plantearse los motivos por los que estos dos jumentos han pensado, con perdón para las nobles bestias de carga. Y es que hay otras personas cuya maldad es similar que intentan disimular esa condición.
La ministra acudió al Congreso de los Diputados ataviada de forma rara y allí adoptó una actitud indolente. El caso es que cuando Carlos García Adanero hizo notar que ese día era el aniversario del asesinato por ETA de su compañero de partido Tomás Caballero, se le escapó una risa. Quizá porque pensaba que al ir embozada no se notaría, o acaso no le importó que viera. A la gente mala le da la risa cuando alguien evoca algo noble y sentido. Lo suyo es el culto al poder, la trampa, la mentira y el sarcasmo. Resulta curiosa su actitud, porque no hace tanto que Macarena Olona advirtió al presidente de la posibilidad de que un futuro no muy lejano sea juzgado y ella forme parte de la acusación. Ese sería también el caso de Iglesias, por supuesto, y también de Calvo. Lo de Teresa Ribera es otra cosa. También forma parte del gobierno, pero lo suyo resulta más del interés de la ciencia. ¿Cómo se habrá enterado de que Portugal está más hacia el oeste que España? En cualquier caso, ese alarde de erudición que hizo está muy feo para un ministro, en su caso ministra.
Carmen Calvo forma parte de un gobierno que quiere mal a los españoles, y anteriormente estuvo en otro del que se puede decir lo mismo, aunque aquel tuvo la suerte de que lo suyo no es motivo para llevarlo ante los tribunales de justicia, aunque el daño que hizo fue inconmensurable.

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