Cuando el interlocutor es una persona
inmadura o de pocas luces deja patente que tiene unos puntos de
referencia fuera de los cuales no sabe desenvolverse. Es su marco
mental. Esos puntos de referencia suelen ser ficticios, pero dados
por ciertos e inamovibles por quien se sirve de ellos. Cada persona
que los necesita puede elegir los suyos, pero puede optar por algunos
que sean comunes entre las gentes de su entorno, porque así obtiene
más seguridad.
Ni qué decir tiene que una persona con
capacidad de raciocinio no necesita ningún marco mental, pero sabe
que cuando trata con alguien que sí lo necesita se ha de acomodar a
eso, o no aceptar el diálogo.
Todo apunta a que Iglesias, que intenta
imponer el marco mental que le conviene a todos, en realidad, no sabe
salir de ese espacio teórico en el que se desenvuelve y se siente
cómodo. Tiene el apoyo de una manada, porque no se le puede llamar
de otro modo, y da la impresión de que a solas no es nadie.
Tendremos ocasión de comprobarlo cuando se las tenga que ver con un
juez, porque el único modo que tiene de evitar eso es convertir
España en una dictadura boliviarana, lo que piensa, en su torpeza,
que ha conseguido ya.
Tiene que ser por eso que ha dicho que su
señor padre emprenderá acciones legales contra Cayetana Álvarez de
Toledo. En el marco mental de Iglesias y su entorno, su padre puede
ser un héroe; para el resto no lo es, ni lo puede ser.
Como si fuera Maduro en Venezuela. Tuvo
que estar inmerso en la misma ensoñación cuando dijo que su
gobierno había destituido a un viejo guardia civil por desobedecer
una orden.
Desconoce, sin duda, que en España,
todavía, la ley está por encima del Ejecutivo, por cuyo motivo ya
se han puesto varias querellas y en alguna de ellas puede estar como
prueba esa intervención suya en el Congreso, al margen de otras
muchas que se están preparando.
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